Comenzamos escondiéndonos, de que?
De nada en particular, sólo teníamos que escondernos.
Para que?
Para protegernos, para no exponernos, para no mostrar todo. Por miedo, vergüenza?
Todos nos cubríamos, y yo hecha un ovillo, me tapaba con un almohadón que dejaba ver todo, y cerraba los ojos como esos niños que en el juego, al taparse los ojos creen que desaparecieron.
Luego la escena, Juan dice mi nombre y mi corazón empezó a latir muy fuerte.
Me iba a encontrar con mi compañera de facultad, pero que detrás de ella eran muchas personas más.
Silvana, con la que compartí tantas horas de estudio y con la que me proyectaba en el tiempo tantas veces convirtiéndonos en grandes psicoanalistas.
Y caminando en esa calle imaginaria, casi como en un sueño, me encuentro con ella, y con ella todos los recuerdos afloran, haciéndome sentir una gran alegría. Los recuerdos me llevan a ver lo que logre y no de aquellos sueños compartidos.
Y hablando frente a frente, veo como en un juego siniestro se desvanece ante mis ojos, emergiendo una profunda angustia. Se iba, se iba otra vez!
Y aparece en su lugar, Mariana. Ella no me conoce, y yo a ella tampoco.
Volvé, donde estás?
Y sola nuevamente recorro mi calle, y otra vez creo verte, como tantas otras veces me paso y no eras. Pero ya no importa, no te alejes. Soy yo, una nueva persona distinta a la que conociste.
Tu mirada me sostiene, entonces, desde ahí, si puedo decirte adiós, despedirte.
Veo como te vas, ya no me siento sola, ni triste.
Voy a volver a verte…voy a volver a verte?
De nada en particular, sólo teníamos que escondernos.
Para que?
Para protegernos, para no exponernos, para no mostrar todo. Por miedo, vergüenza?
Todos nos cubríamos, y yo hecha un ovillo, me tapaba con un almohadón que dejaba ver todo, y cerraba los ojos como esos niños que en el juego, al taparse los ojos creen que desaparecieron.
Luego la escena, Juan dice mi nombre y mi corazón empezó a latir muy fuerte.
Me iba a encontrar con mi compañera de facultad, pero que detrás de ella eran muchas personas más.
Silvana, con la que compartí tantas horas de estudio y con la que me proyectaba en el tiempo tantas veces convirtiéndonos en grandes psicoanalistas.
Y caminando en esa calle imaginaria, casi como en un sueño, me encuentro con ella, y con ella todos los recuerdos afloran, haciéndome sentir una gran alegría. Los recuerdos me llevan a ver lo que logre y no de aquellos sueños compartidos.
Y hablando frente a frente, veo como en un juego siniestro se desvanece ante mis ojos, emergiendo una profunda angustia. Se iba, se iba otra vez!
Y aparece en su lugar, Mariana. Ella no me conoce, y yo a ella tampoco.
Volvé, donde estás?
Y sola nuevamente recorro mi calle, y otra vez creo verte, como tantas otras veces me paso y no eras. Pero ya no importa, no te alejes. Soy yo, una nueva persona distinta a la que conociste.
Tu mirada me sostiene, entonces, desde ahí, si puedo decirte adiós, despedirte.
Veo como te vas, ya no me siento sola, ni triste.
Voy a volver a verte…voy a volver a verte?
“…¿En que hondonada esconderé mi alma
Para que no vea tu ausencia
Que como un sol, terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
Como la cuerda a la garganta,
El mar al que se hunde.”
Jorge L. Borges
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